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Patricia B. Bustos Psicoanalista /Coordinadora de grupos terapeúticos/ Prof. Enseñanza Común y diferencial / Mediadora Judicial / Voluntaria y Socia Activa de Mèdicos del Mundo

lunes, 23 de junio de 2008

Una Historia de Encuentro

La Sagrada Familia - Miguel Angel
Tener un hijo es un acto de amor y un proyecto de pareja pero el amor que se construye entre padres e hijos no sabe distinguir entre padres biológicos y adoptivos. La adopción es un tema de alto contenido emocional y psicológico pero también legal, que sigue generando polémica. Generalmente, la pareja se enfrenta a la decisión de adoptar ya cuando la imposibilidad de gestar a sus propios hijos, incluso de la mano de la ciencia, es un hecho. Pero en los últimos años, la ciencia y la tecnología han avanzado tanto que pocos son los problemas para los cuales no exista una respuesta, sólo que muchas veces esa respuesta tarda más de lo tolerable en llegar. Ese momento en que la pareja decide que no seguirá adelante con los tratamientos para lograr el embarazo puede llegar apenas terminados los estudios o tardar años en llegar. Sin embargo, muchas veces, las parejas parecen no alcanzar el punto del “basta” y son los médicos quienes pueden hacer la propuesta de la adopción, al menos como una consideración realista de las posibilidades.Adoptar no significa ni más ni menos que ser padres, con los mismos deberes, las mismas responsabilidades y los mismos derechos que un padre biológico y para el niño significa tener una familia. Es un vínculo de filiación que se crea a partir de una sentencia de adopción. La adopción es siempre en función del interés del niño, no del adulto, porque no existe un derecho constitucional a ser padre pero sí hay un derecho constitucional de todo niño a estar incorporado en el seno de una familia. En ciertas culturas, ser madre es el mandato máximo de ser mujer. Se la ubica en un espacio cerrado y en un reino, el del hogar. Sin embargo, es difícil llegar a reconocer que la familia es en sí misma una creación cultural, que puede o no estar basada en lazos biológicos. "La adopción es precisamente la posibilidad de formar una familia asentada no en la biología sino en la cultura." Es importante que los padres adoptivos puedan pensar y cuestionar sus miedos, sus prejuicios y mitos acerca de la adopción y del modo en que se concibe al hijo adoptado en la cultura.Los equipos interdisciplinarios que trabajan sobre este tema brindan orientación y tranquilidad a la pareja y, por supuesto, también los grupos que se organizan convocados por la misma experiencia. "La gente llega con una idea muy fantasiosa de lo que es la adopción y en ese momento, por lo menos un 80 por ciento asegura que jamás le dirá a su hijo que es adoptado". Adoptar supone ayudar a un niño a superar un abandono. Los niños, aunque no les digamos nada, descubren que si hay adopción es porque antes hubo un abandono. Y esto, como poco, es una herida que molesta, incomoda y crea incertidumbre. Y hay que ayudar al niño en ese proceso... El abandono debe ser explicado para que el niño pueda vivir en paz y tranquilidad, a pesar de esa pequeña oscuridad que va a estar presente.Pero también debe tenerse en cuenta que esa pareja llega al momento de la decisión de adoptar con una gran mochila de desencantos y dolores del cuerpo y del corazón. El camino de la adopción tampoco es tarea fácil y requerirá de toda su paciencia y su actitud.Aunque no existen recetas para el cómo ni el cuándo de esta revelación, la profesional es partidaria de dar a conocer el origen desde el primer momento, aún antes de que sepa hablar. "Los niños comprenden mucho más de lo que se imagina por lo que se le pueden enviar mensajes cariñosos que lo orienten, como amo el día que llegaste a nosotros, el día en que te encontré... ello va a facilitar el momento en que deba darse una explicación más clara y concreta. Hay que estar preparados, porque independiente de lo que uno quiera, los niños pueden inquirirlo en cualquier instante".También hay que considerar que la noción de identidad se inscribe de diferentes modos cuando se es niño, púber, adolescente. No es lo mismo, no da igual conocer nuestra identidad a los dos, a los seis, a los diez ni a los doce. A veces, los padres plantean que quieren esperar a que el hijo sea más grande y pueda entender. Lo que sucede finalmente es que esta espera dura meses, años y nunca llega el momento ideal. Hay mucho miedo a que la verdad lastime, hiera y, sobre todo, separe. Sin pensar que el hecho de ser negado en su verdadero origen hace sumamente frágil al niño; reparar esto es un modo de devolverle toda su fuerza y su orgullo de estar en el mundo. Cuando los chicos conocen su verdadera historia en la adolescencia suelen reprocharles profundamente a sus padres ese ocultamiento. Ignorar lo que otros saben acerca de nosotros no ahorra sufrimiento, lo causa.Hay padres adoptivos que prefieren hablar sólo cuando el niño pregunte. Ahora bien, ¿y si no pregunta? ¿Si percibe que de "eso los padres prefieren no hablar"? ¿Esperar a que interrogue acerca de su nacimiento no será un modo de no tomar las riendas del asunto? Expertos dicen "la información sobre el origen reclama cierto grado de independencia respecto a otros episodios de la vida, demanda intimidad... debido a la importancia del tema. La presencia de ambos padres es ideal en el momento de la información. También hay que considerar que las preguntas del hijo adoptivo no buscan la respuesta justa sino que intentan confirmar que el otro está dispuesto a contestar lo que puede, lo que sabe; que el otro es confiable y va a escuchar, a tolerar las incertidumbres e inquietudes que aparecen. Ese reconocimiento fortalece los vínculos entre padres e hijos.Asumir y ejercer la paternidad o maternidad es tomar conciencia de un proceso, un rol a construir, una función que cada uno despliega en forma singular y que no se reduce a un hecho biológico. La capacidad de procrear en sí misma, por sí sola, no nos hace padres, del mismo modo que lo que enferma no es ser hijo adoptivo sino los secretos y el modo de manejar la información acerca del origen y la diferencia con "los otros".El primer acto de la madre biológica no fue abandonar sino dar a luz, cuidar, dar vida. Cuando llega la hora de relatar la historia, algunos padres cuentan haberse sentido "como antes de rendir examen". Para ellos, ese momento implica revivir todo lo que pasaron desde que pensaron o decidieron tener un hijo, sobre todo, la frustración por no haber podido engendrarlo. Es fundamental nombrar, pronunciar la palabra adopción desde que el niño nace y evitar siempre el ocultamiento. El mejor modo de contarle a un hijo que es adoptado es haciendo que la palabra adopción forme parte del lenguaje cotidiana. Es vital quitarle su peso negativo, ya que no es algo de lo cual avergonzarse.En cierta forma, también cuando se adopta un hijo se vive un embarazo. Toda adopción conlleva una espera que resulta larga, llena de esperanzas y temores, dudas, ansiedades, expectativas e ilusiones que le van dando forma al niño, lo van imaginando aun antes de conocerlo. Es un tiempo de gestación durante el cual el futuro hijo va ocupando un lugar y, cuando se produce el primer encuentro con sus padres, se abre también la necesidad de ir conociéndose y descubriéndose. Historiar es insertar hechos, acontecimientos, situaciones en una trama, hilarlos y formar el tejido de una historia. Esto resulta fundamental para los hijos y los padres y no sólo en las familias con hijos adoptados. Podría decirse que uno de los objetivos del relato de los padres hacia su hijo adoptivo es construirle una historia. Una historia da sentido y da respuesta a los interrogantes que todo chico tiene. Es importante todo aquello que permita llenar las lagunas y las sombras de la memoria. Casi todas las historias de adopción a pesar de las diferencias suelen comenzar con padres que deseaban y buscaban mucho a un hijo, y con un hijo que deseaba y necesitaba mucho tener papás. Es, en suma, la historia de un encuentro.El hecho de mantenerla como un secreto indica que ese relato no pudo incorporarse a la vida cotidiana y a la historia de esa familia. Indica que la adopción sigue siendo vivida como algo doloroso y terrible y no como un hecho placentero y emocionante, como es desear un hijo, buscarlo, y encontrarlo.¿Pasados muy duros pueden superarse? Perfectamente. La experiencia lo demuestra. El abandono es una herida importante y más para un niño indefenso, que debe construirse desde el acompañamiento y el calor humano. La adopción, si es algo, es pura curación del abandono. El problema no es nunca la adopción, sino que antes de ella hubo un abandono. Y hay que saber cómo ayudar al niño a aceptarlo... A veces el abandono está acompañado de vivencias dolorosas, daños, tratos inadecuados. Y ello deja secuelas, que deben estar perfectamente trabajadas. .Pero hay que abordarlo. Hay que devolver al niño esa parte de su legado que estaba ahí antes de la adopción. Los adoptantes son cada vez más conscientes de que cuando van a por el niño van también a por una historia que tendrá que ser contada y explicada.Los padres adoptantes deben estar más preparados para educar que los biológicos, dicen algunos profesionales.Que los padres no vayan a la adopción lo suficientemente preparados no es sólo culpa de ellos. La sociedad y los profesionales de muy distintos ámbitos necesitan conocer a fondo esta realidad. Las investigaciones realizadas dicen que los padres adoptantes ganan por goleada a los padres biológicos en cuanto a capacidades parentales. La dificultad enseña... Así como constato que los padres adoptantes a veces están muy despistados y necesitan mucha más preparación y formación de la que están recibiendo, también digo que si todos fueran como los adoptantes, este mundo funcionaría muy bien.
CARTA DE UN HIJO ADOPTIVO
Esta carta está contextualizada en una adopción nacional de los años 70
Me piden que hable de mi condición de hijo adoptivo. Es la primera vez que escribo sobre ello. Releo la primera frase y siento que hay algo extraño en esa denominación. Como si la etiqueta de “adoptivo” primara sobre la de hijo y el adjetivo modificara de forma radical la relación padre-hijo. Yo siempre he llamado a mis padres “padres”, no padres adoptivos. Incluso escribirlo me resulta molesto y desagradable. Se me podrá decir que ellos no me han dado la vida pero la gestación es un acontecimiento que dura nueve meses y poco más. Ser padre es mucho más que una función biológica; es permitir que un niño se convierta en un adulto, es humanizar mediante la educación, la comprensión y el cariño. Pienso en mi vida y sólo les veo a ellos. Soy consciente que no cumplieron la etapa biológica inicial pero no tiene la menor importancia puesto que lo más autentico de mí, lo más intrínsecamente humano, se ha formado gracias a las personas que me dieron todo para que eso fuera posible. Hacia mis progenitores, a los que llamarles padres sería un exceso, no siento ningún rencor ni odio. Sólo un sincero agradecimiento y ternura. No les conozco ni tengo intención de conocerles. No tiene sentido. La “llamada de la sangre” es algo que no me parece razonable. Tengo la impresión que ese sentimiento responde a una búsqueda de justificaciones para frustraciones que no se saben resolver. Es posible que cuando se tienen problemas con la familia adoptiva se eche mano de razonamientos del tipo de: “vosotros no sois mis padres”, “si hubiera estado con mis verdaderos padres ahora estaría mejor”. Decir esas cosas es lo más inmediato, lo más sencillo en un momento de enfado. Siempre se tiende a creer que lo ajeno es estupendo y no se piensa, ni por un instante, que hubiera podido ser peor. Sin embargo, intentar averiguar la identidad de un padre biológico es, desde mi punto de vista, no entender lo importante de la relación padre-hijo. Es negar esa relación. Lo esencial no está en la continuidad genética, sino en el vínculo que se construye entre los padres y el hijo, independientemente de los genes de cada uno. Reducir toda la paternidad a la función procreadora es una pobre simplificación. Mis padres me informaron pronto del hecho. Sin embargo, con ocho años yo no era muy consciente de la situación. Las dudas y las cuestiones que no se pueden responder llegaron más tarde. La pregunta última, en mi caso, ha sido cual fue la razón por la que mis padres biológicos me dieron la vida. ¿Por amor? ¿Una violación? ¿O un simple descuido en una noche loca? No hay respuesta. Pero se puede vivir con ello y ser feliz. ¿Acaso no es más importante lo que uno tiene por delante y lo que puede llegar a ser gracias al esfuerzo personal y a la ayuda de quienes me lo han dado y me lo siguen dando todo? No hay padres adoptivos. Sólo hay padres. De la misma forma que no hay hijos adoptivos, solo hijos. (Psi.Patricia Bustos)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por lo que leo no solamente escuchas palabras... sino tambien las decis... y tus palabras suenan huecas... faltas de contenido... casi diria que vacias...

Una pena... tener un blog para no transmitir nada mas que.. esto...???

Pablicoman dijo...

Hola como siempre tus articulos te dejan pensando mucho... me gustó y se lo recomendé a dos amigas que ya entraron y compraron Mujer que corre con Lobos, están fascinadas con tu blog . Un beso y espero que sigas creciendo.

Pablo

escuchando palabras dijo...

no se puede conformar o gustar a todo el mundo, pero espero un aporte para poder escribir con contenido, y estaria bueno saber la identidad de aquellos q con o sin razon les gusten mis art, de todas maneras gracias, por disponer de tiempo para este blogs