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Patricia B. Bustos Psicoanalista /Coordinadora de grupos terapeúticos/ Prof. Enseñanza Común y diferencial / Mediadora Judicial / Voluntaria y Socia Activa de Mèdicos del Mundo

viernes, 18 de diciembre de 2009

Narcisismo

Narciso era un joven de gran belleza a quien todos admiraban. Pero él, lleno de vanidad y orgullo despreciaba y rechazaba a todos sus amantes, tanto mujeres como hombres. La ninfa Echo estaba perdidamente enamorada de él, y cuando Narciso la rechazó ella se consumió en su dolor hasta quedar transformada en una simple voz. Un muchacho a quien Narciso había despreciado del mismo modo, rezó a los dioses para pedirles que se amara a sí mismo sin descanso. La diosa Némesis escuchó sus ruegos e hizo que Narciso se parase a beber en un manantial en la cima del monte Helicon. Cuando vio su propia imagen reflejada en el agua se enamoró al instante de ella, pero no podía abrazarla porque cada vez que lo intentaba la imagen se desvanecía con el movimiento ondulante de las aguas. Incapaz de dejar de contemplarse, se quedó allí hasta que murió de hambre. Pero no fue su cuerpo lo que permaneció, ya que en su lugar apareció una flor. El mito de Narciso se convirtió en una metáfora del amor desmesurado hacia uno mismo a partir de los escritos de Havelock Ellis, en 1898 La insensibilidad caracteriza la exclusión de cualquier otra persona del propio mundo afectivo para poder amarse solamente a sí mismo. Por esta misma razón, el joven del mito que se enamora de su propia imagen reflejada en el agua fue, llamado como la flor. Podemos apreciar que este es un mito en donde se refleja una emoción humana, que si bien es muy intensa, puede llevar a trastornos en la personalidad, que, en la mayoría de los casos, son de gravedad. Es decir, hay determinadas circunstancias en las cuales el ser se enferma. El sujeto enfermo se crea un mundo propio y, si bien todos tenemos nuestro mundo interno, el narcisista, en la creación de su propio mundo, está matando o sintiendo muerto el mundo de relación. Así, es un ser ahí que no está en relación con los otros. El ser ahí de alguien es diferente del ser ahí de cada uno de nosotros y está determinado por su existencia. Sin la existencia de cada uno de nosotros el mundo no existe. Al darse cuenta de esto el individuo puede pensar “Soy el universo”, hasta poder caer en el extremo de pensar “yo soy el mundo”, por lo tanto hago lo que quiero. En algún momento todos somos ese ser omnipotente. Ser un poco narcisista no hace mal, apreciarse y quererse bien es una condición indispensable para sentirse suficientemente seguros y a gusto en la vida. Pero cuando este amor se torna excesivo se nos olvida que también existen otros y que éstos son quienes dan un sentido determinado a la relación, ya que somos seres en la medida en que nos relacionamos. Para el narcisista, los demás no tienen una vida propia, están para recordarnos nuestra belleza. Los mismos son los espectadores delante de los cuales nos mostramos, somos grandes protagonistas sobre el escenario constituido por el mundo que nos rodea. Todos necesitamos, de alguna manera, de un reconocimiento y somos fenómenos en tanto tenemos nuestra propia capacidad de ser reconocidos por los otros. Somos un fenómeno porque somos algo que ocupa un lugar en el espacio, somos indescriptibles, podemos reconocer otros fenómenos y podemos preguntarnos acerca de nosotros mismos. Somos un fenómeno en tanto somos un objeto y, además, especiales, debido a que podemos reconocer a los otros y, al mismo tiempo, preguntarnos acerca de nosotros mismos y del ser. Por lo tanto, somos seres ontológicos. Esta respuesta del origen, del nacimiento del alma humana está en la naturaleza y llegar a su conocimiento es muy complejo. El narcisismo es un estado de ánimo distinto de aquel que caracteriza a las personas con excesiva confianza y estima en sí mismos, que se creen los mejores y el centro de atención. Para ellos los otros existen para escucharlos, exaltarlos o influenciarlos y guiarlos gracias a la personalidad que creen poseer. Quien sufre de un gran amor para sí mismo no se preocupa por la opinión del prójimo ni por tener la certeza de que todos lo ven bellísimo como él se cree. No tiene necesidad de convencerlos pero sí de sorprenderlos. Amarse solamente a uno mismo es una forma de no sentir la necesidad de conquistar a los otros (hombres y mujeres). Este síndrome involucra sobre todo lo afectivo, ya que cada emoción nace y se manifiesta en la prudencia de la propia persona debido a que todos somos diferentes. El narcisista tiene una percepción equivocada del mundo que lo lleva a no poder relacionarse con él, ya que soy en tanto me relaciono y en tanto considero al otro sujeto y no objeto. Al no objetivizar al otro y al aceptarlo como un ser similar a mí le estoy dando subjetividad, recuperándome así como sujeto, ya que no puedo ser sujeto para un objeto. Entre el ser que necesita ser un ser y un ser que necesita ser en relación con el otro, existe una dialéctica. El hecho de saber que necesitamos de otros, nos duele y los odiamos y expulsamos porque nos demuestran que no podemos solos y que necesitamos de ellos. La génesis del amor es a la propia persona, mientras que la génesis del odio es hacia los objetos externos. Amar y odiar como sentimientos son posibles cuando se genera un desarrollo yoico, ya que en los primeros momentos del desarrollo, éstos no existen. El amor es la carga libidinal puesta sobre cada uno de nosotros o sobre los otros. El enamorado de sí mismo no excluye a los otros, sino que es más, los necesita porque es un exhibicionista que reclama a su público. Es decir, si falta el reconocimiento externo, el narciso pierde su seguridad, ya que es a través de la admiración de los otros que refuerza su propia imagen. Si ésta llega a faltar, algo se rompe en su equilibrio y se vuelve inseguro y psicológicamente frágil, tiene fácilmente comportamientos infantiles, inclusive agresivos. Concluyendo, creo que es imposible hablar de un yo sin un tú. Este yo y este tú implica un nosotros. Nuestros proyectos dependen necesariamente de los otros con los cuales estamos en relación. Como dijo Eduardo Galeano: “Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás...”. O sea, que lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar. (Psi. Patricia B Bustos)

8 comentarios:

"Libélula" dijo...

Muy bueno el relato,y el análisis.
Interesante,se puede comprender un poco más actitudes de ciertas personas.

Saludos! =)

escuchando palabras dijo...

gracias por seguir al blogs, es un optica sobre el tema.
Libelula podrias proponer algun tema para desarrollar en el blogs, si se te ocurre, besos

"Libélula" dijo...

Holas! me encantaria!
se me ocurren temas si, pero para que vos desarrolles jeje,yo no puedo escribir como vos, no tengo ni el estudio ni los conocimientos!

Seria entonces que yo propongo un tema y vos lo desarrollas?=¿

o cual era tu idea?

escuchando palabras dijo...

hola, si podes proponer un tema y hare lo posible en desarrollarlo, pero tbien esta la posibilidad de q si queres podemos subir un art tuyo e iria con tu nombre, gracias

"Libélula" dijo...

Pensare algo, cuando lo tenga te lo envio por e-mail!

gracias =)
Besos!

escuchando palabras dijo...

ok cuando quieras lo vemos, besos

Mar dijo...

Me encanto el tema que trataste patri...hacia rato que no leía tus publicaciones!!!!sin palabras!!!!
Sería muy productivo tratar el tema "INSERTIDUMBRE" ya que las personas vivimos continuamente pasando por momentos de insertidumbre ante cualquier situacion cotidiana...

escuchando palabras dijo...

hola mar !!!! gracias por aportar ideas...ya comienzo a indagar el tema, besitos