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Patricia B. Bustos Psicoanalista /Coordinadora de grupos terapeúticos/ Prof. Enseñanza Común y diferencial / Mediadora Judicial / Voluntaria y Socia Activa de Mèdicos del Mundo

martes, 8 de diciembre de 2009

Voyeurismo

El término proviene del francés voyeur (mirón) y define la búsqueda de excitación sexual mediante la observación, en general a escondidas, de personas desnudas, en vías de estarlo o que están practicando el acto sexual, y hace de esta práctica algo excluyente, ineludible o imprescindible para el goce.
Esto no les cabe a aquellas personas que observan el cuerpo de una mujer desnuda, unas fotos eróticas, un film porno (hardcore) o un show para adultos, ya que esto puede ser un eficaz ingrediente cuando se lo sabe dosificar.
El voyeurismo es una de las llamadas desviaciones sexuales o parafilias , las define "por el hecho de que la imaginación o los actos inusuales o extravagantes son necesarios para conseguir la excitación sexual". Estas pautas tienen que ser frecuentes, recurrentes y ser el modo preferido o exclusivo al cual recurre un individuo determinado para excitarse sexualmente.
Es notable que algunas de estas inclinaciones se den casi exclusivamente o prevalentemente en los varones. Muchos de estos mirones andan fisgoneando a parejas, otros lo hacen con sus familiares o llegan a pagar para poder ver hacer el amor, cosa que la industria del sexo ha aprovechado convenientemente montando lugares donde estos personajes ven a mujeres o a parejas manteniendo relaciones sin que ellas puedan verlos.
Reitero que un individuo que goza en un show de strip-tease o viendo un vídeo erótico cada tanto, o al ver a su pareja desnudarse, podría verse con un rasgo de voyeurismo, pero cuando esto se tiene que dar como condición sine qua non, insoslayable para el goce, se convierte en algo estereotipado y tan rígido que el sujeto queda atrapado en él, como si hubiera habido una cierta detención en su desarrollo psicosexual: no puedo pasar de la etapa de mirar lo que Freud llamaba "la escena primaria".
El arte no podía estar ajeno a estas situaciones, especialmente el cine, arte voyeurista por excelencia y grandes artistas como Alfred Hitchcock con La ventana indiscreta, Kieslowsky con Una película de amor (no desearás a la mujer de tu prójimo) o Brian de Palma con Doble de cuerpo, han fisgoneado a través de una ventana para descubrir escenas eróticas o inquietantes.
En varios films del gran maestro aragonés Luis Buñuel hay un desfile casi constante de diversas desviaciones, entre las cuales el voyeurismo lleva una gran parte, como asimismo en algunos films del italiano Fellini: recordemos cuando en Amarcord el cura le pregunta al niño si se tocaba y éste, temiendo el castigo, le dice que no, pero piensa: "¿y qué íbamos a hacer a la vera del río mientras las mujeres se levantaban las polleras al lavar la ropa?", o en sus recuerdos de la Sarracena o de la Gradisca. Incluso Passolini cuando llevó al cine tres obras de geniales mirones como Bocaccio, Chaucer y el marqués de Sade en los films Decamerón, Los cuentos de Canterbury y los 120 días de Sodoma respectivamente.
Salvador Dalí narra en sus memorias sus afanes voyeurísticos y describe las orgías que armaba para excitarse mirando a jovencitos de ambos sexos haciendo el amor, no en vano algunas de sus geniales obras se llaman: El gran masturbador, La metamorfosis de Narciso y Los relojes blandos ("me acusaban de homosexual, ¡si yo antes de conocer a mi esposa Gala era impotente!" . Es interesante ver cómo Picasso en sus últimas obras ubica a mujeres mostrando la vulva o los pechos y el artista – a un costado- las mira pasivo.
Siempre me preguntan si estos casos de los voyeurs son curables y siempre les contesto que no suelen consultar: casi siempre cuando lo hacen es porque los trae la familia, la policía o la orden de un juez.
Ellos no suelen vivirlo como algo penoso salvo los casos que tengan conductas compulsivas que pongan en riesgo su integridad física y las de los demás; en esos casos se intenta con medicación y con psicoterapia y así muchos cesan en esas actitudes compulsivas.
Pero el voyeur típico es un individuo que, escondido, tras las sombras, goza viendo gozar a los demás, evidenciando así un mundo sórdido, con serias dificultades en los contactos personales, afectivos y eróticos: también como Dalí, pero sin el genio del pintor catalán, son grandes onanistas, perturbados narcisos. (Patricia B. Bustos)

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