Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.
JOSÉ
ÁNGEL BUESA
2 comentarios:
Es apasionante para mí leer ésto de Buesa, pero no sé por qué...los trenes, andenes, las vías, desde pequeño me causan mucha tristeza. Sobre todo cuando veo que alguien pierde un tren...ufff, es para diván
Lindo domingo Pato, te dejo un besote
Se q te gusta Buesa...amigo es un placer compartirlo contigo. besos
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