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Patricia B. Bustos Psicoanalista /Coordinadora de grupos terapeúticos/ Prof. Enseñanza Común y diferencial / Mediadora Judicial / Voluntaria y Socia Activa de Mèdicos del Mundo

martes, 28 de diciembre de 2010

Ocaso En Poley

Si la tarde no altera la divina hermosura de tus oscuros ojos fijos en el declive de la luz que sucumbe. Si no empaña mi alma la secreta delicia de tus rocas hundidas. Si nadie nos advierte. Si en nosotros se apaga toda estéril memoria que amengüe o que diluya este amor que nos salva más allá de los astros,no hablemos ya, bien mío. Y arrástrame hacia el hondo corazón de tus brazos latiendo bajo el cielo. Vicente Núñez

7 comentarios:

Nakrama dijo...

Vicente Núñez. Me lo apunto. Bonito poema de amor. Últimamente pones poemas de este estilo a munudo...uhm....qué misterio, jajajajaAy Pato, que se nos acaba el 2010 y lo peor de todo es que... Sigo a dieta!!!! jjajajaj Muchs besos y abrazos

escuchando palabras dijo...

Nati...es una tendencia de estos tiempos...digamos una situacion, jeje...sera mi dieta tambien, yo te envio la mejor vibra para q antes de terminar este año vos mi bella amiga puedas dejar este plan alimenticio y comenzar otro mas nutritivo, besitosss

Nakrama dijo...

jajajaja... Gracias linda, la revolución alimenticia está al caer! jaja

escuchando palabras dijo...

Nati...todo esto es x culpa de la globalizacion...besitos pre 2011

Char dijo...

qué más querría yó ser arrastrado hacia el corazón de lo soñado...bonito Pat, muy bueno.
Besos, seguí así...jejj

Char dijo...

Aquella Tarde de Manuel Magallanes Moure

Aquella tarde única se ha quedado en mi alma.
Su luz flota en la sombra de mi noche interior.

Sólo una fugitiva vislumbre en la ventana,
sólo un azul reflejo, nada más que un vapor
de luz que se filtraba por las breves junturas,
sólo un vaho de cielo, no más que una ilusión
de claridad fluyendo por entre los postigos.
Nada más que el ensueño de aquel suave fulgor.

Sólo esa fugitiva vislumbre en la ventana.
No más. Y en la penumbra, libres al fin, tú y yo.
En silencio llegaba yo al fondo de la dicha;
con infantil dulzura, tú gemías de amor.

Sólo el azul reflejo de aquella tarde única…
¿No ves tú en la ventana? ¿No ves tú? Quizá no.
Acaso no lo viste, porque cuando yo inmóvil
me quedé contemplando aquel suave fulgor,
tú en aquellos momentos de lánguido reposo
dormías dulcemente sobre mi corazón.

Veo la fugitiva vislumbre en la ventana,
oigo el ritmo apacible de tu respiración.
Te siento. En la penumbra te siento. Eres tú misma
que te duermes, ya mía, sobre mi corazón.

escuchando palabras dijo...

Muy bueno...gracias Char es genial leer esto de previa al año nuevo, besitos