La espontaneidad nos permite ser flexibles con nosotros mismos y el mundo que nos rodea e interactúa con nosotros. Sin esta espontaneidad no podríamos adaptarnos a situaciones imprevistas con fluidez, seríamos excesivamente rígidos de pensamiento y cualquier cambio que nos propusieran en nuestro día a día sería en un principio rechazado por amenazar, en algún grado, nuestro estilo de vida o hábitos diarios.
A parte de permitirnos adaptar a nuevos contextos que surjan de improviso, nos permite entrar en contacto con lo que es la esencia de la vida misma. A fin de cuentas, aunque tal vez suene muy metafísico la oración anterior, no lo es tanto.
La vida es espontánea en todos sus sentidos y maneras posibles. Cualquier ser vivo está constantemente adaptándose a las situaciones de su alrededor, tan solo los seres humanos tenemos un comportamiento diferente, tendemos a considerar que si hacemos siempre una cosa, lo natural sería seguir haciéndola sin cambiar nada.
Después de todo, es lo que hemos estado haciendo todo el tiempo, y seguramente si lo hemos hecho, ha sido por algún motivo.
La espontaneidad, tal y como quiero transmitir, significa no cerrarnos a nuevas situaciones ni comportamientos, a dejar que un cierto grado de caos, azar o suerte intervenga en nuestras vidas. Aceptar que no podemos decidir completamente sobre lo que nos rodea, y que es bueno dejarnos llevar más por nuevas oportunidades.
A dejar que pueda suceder algo que pueda interrumpir los planes que teníamos para ese día, y dejarlos apartados en un segundo o tercer plano para permitir que las cosas espontáneas de la vida puedan ocurrir.
Después de todo, muchas cosas imprevistas o espontáneas, pueden acabar siendo un grato recuerdo del que aprender.(Psi.Patricia B Bustos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario