- La violencia puede ser visible - La violencia se ejerce hasta con susurros y besos - La violencia sexual no es solamente la violación o forzamiento de la relación. Al hablar de pareja me refiero a cualquier relación entre dos personas: esposo/a, amiga/o, jefe/a, hijo/a o un nieto/a que maltrata. La persona que acepta el maltrato se hace codependiente. Desde que te relacionas con alguien que mal trata, se transformará en juez y jurado, dirá lo que está bien y mal y, como codependiente, obedecerás sus razones. Te aislará de todos los que te quieren ayudar, de los que te hacen bien, criticarán a tu familia y te harán salir de ese círculo; te sacarán de la iglesia, de tus amigas/os, de todas las personas que podrían ayudarte, para que sólo dependas de él y pierdas tu identidad. El que mal trata parece tener todo resuelto, ser poderoso/a y con capacidades, pero es la doble fachada. Siempre tiene el "plan salvador que te llevará a la luna" y es una gran mentira. El problema de la violencia en la pareja excede el de las mujeres golpeadas y el de los hombres maltratados, en la medida en que por lo general, estas relaciones son un ida y vuelta. Trabajar para mejorar la autoestima es quizás, el único modo de evitar la violencia conyugal, que lleva a hombres y mujeres a reincidir en el establecimiento de relaciones violentas, en las que ambos son víctimas de la desvalorización y el menos cabo. Los celos y las escenas, que a menudo aparecen como desencadenante de la agresión verbal y de los golpes, no son más que signos de la inseguridad y de la falta de auto aceptación y valoración de sí mismos. El maltrato psicológico se suele manifestar como un largo proceso en donde la víctima no aprecia cómo el agresor/a vulnera sus derechos, cómo le falta respeto, te humilla y la víctima va progresivamente perdiendo autoestima y seguridad en sí misma. En el caso de parejas hay una etapa de atracción o enamoramiento en la que la víctima no se da cuenta de ciertas señales que no pasarán desapercibidas para otros. Desde un control de la imagen, un sentido de posesión exagerado o ciertas señales que conviene hacer patentes para que la víctima no se vaya sumergiendo en una situación de caos e indefensión. La agresividad verbal puede ser muy sutil o en cambio puede ser el típico repertorio de insultos. Se puede hablar de agresividad cuando la forma de hablar casi siempre es para desvalorizar al otro, no por un insulto aislado. Es fundamental entender que la violencia no es signo de fortaleza sino por el contrario de debilidad extrema y que tanto el violento, como el que sufre el abuso, violencia y maltrato, son víctimas de una baja autoestima, que les impide relacionarse de forma sana. Buscar ayuda y asistencia psicológica es la mejor forma de poner fin a los golpes y superar esta situación, que en casos extremos, puede llegar a poner en riesgo la vida propia y ajena. (Psi. Patricia Bustos)
2 comentarios:
Hola...
Una triste historia que nadie debe consentir, ni el maltrato ni la agresividad verbal, por ello te dejo un simpático mensaje..
“Por favor. URGENTE! Envíame una foto tuya por multimedia. Tengo amigos que no creen que duendes existan”
Besotes de feliz noche
gracias Balo, me emocionas con tanta ternura y generosidad, buen finde para ti!!!! BESITOS
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