¿Quien no tiene una manía, una pequeña obsesión que va y viene, un temor oculto a que pase algo? Generalmente escuchamos a muchas personas decir “maniático!!!!” o “qué manía tienes no???” o “eres un enfermo, qué manía de hacer las cosas así!!!” y etc., etc., etc. Así, nuestras manías pueden estar referidas al orden, hacer repetidas veces una misma cosa o sentir obsesión por algo. Cuando estas cosas, triviales en apariencia, interfieren en la vida de una persona, se convierten en una desesperante enfermedad: los trastornos obsesivos compulsivos. Lavarse las manos cuarenta veces al día, ordenar el escritorio milimétricamente, tardar cinco horas en vestirse, andar pisando sólo las baldosas rojas, creer que encender un cigarro supone el comienzo de un pavoroso incendio, limpiar excesivamente...y la lista continúa interminablemente porque el rosario de «manías» de los enfermos que padecen trastornos obsesivos compulsivos (TOC) es largo y sorprendente. Todos tenemos, sin embargo, pequeñas manías u obsesiones que nos acompañan durante años y que no tienen por qué constituir una enfermedad. Entre el 1 y 2 por ciento de la población muestra síntomas obsesivos compulsivos que no llegan a constituir una patología. Hay que diferenciar, pues, entre la conducta obsesiva de ciertos sujetos perfeccionistas, detallistas e hiperresponsables de los pacientes que necesitan del apoyo de profesionales para salir del pozo sin fondo de las obsesiones. ¿Cómo se diferencia una personalidad obsesiva de un enfermo obsesivo compulsivo? El enfermo tiene muchos síntomas que empiezan a aparecer en la adolescencia, mientras que una obsesión es algo inocuo que tenemos todos, desde una musiquilla que se viene a la mente inevitablemente hasta pequeños tics sin los cuáles es difícil hacer algunas cosas. «Incluso las supersticiones tienen un carácter ritual de obsesión. Eso es lo que explica que alguien piense que por pasar debajo de una escalera le va a pasar algo terrible. Los enfermos severos lo que creen es que si encienden un cigarro ahora, va a haber un incendio en Nueva York. Ellos saben que son cuestiones absurdas, pero sufren muchísimo por su causa. Defensa frente a la ansiedad La conducta compulsiva es un mecanismo de defensa frente a la angustia, de ahí que la ansiedad sea una de las principales causas de este trastorno. Las «manías» son conductas rituales, repetitivas, que no tienen finalidad, pero que tranquilizan al sujeto que las realiza en cierta manera. A juicio de los expertos consultados, los enfermos neutralizan su angustia con la creencia irracional de que llevando a cabo esa actividad repetitivamente controlan la situación. Por ejemplo, creen que lavándose las manos cien veces van a evitar el riesgo de contagio.
Otra conducta compulsiva frecuente es la de comprobación. Es típico el ejemplo de la persona que sale de casa y tiene que volver porque no está segura de si ha echado la llave o si se ha dejado los fuegos de la cocina encendidos. Regresar le tranquiliza, aunque se encuentre todo en orden. También, el del sujeto que se levanta todas las noches para ver si está el gas cerrado. Son casos que se salen de la normalidad porque seguramente interfieren en sus vidas privadas.
El principio básico por el que la compulsión defiende de la ansiedad es la repetición. Al repetir, «controla» la situación; las personas obsesivas son muy inseguras, por lo que se pasan el día dudando. La duda se elimina repitiendo. Así no hay cabos sueltos ni cosas que queden al azar, explican los especialistas. Estas compulsiones suponen una fuente de sufrimiento infinito para quienes las padecen. Ellos son conscientes de lo absurdo de su comportamiento o de las ideas que asaltan su mente, pero no pueden sustraerse a todo ese torrente. No sólo les produce una gran inestabilidad emocional, sino que, además, pueden aterrarles cosas que ni siquiera se han producido, tal y como relatan los doctores: «Miedo a poder decir algo embarazoso, miedo a poder robar un banco, miedo a haber hecho algo y no saberlo.
Tengo un paciente que es taxista y en la fase peor de su enfermedad tenía que parar el coche constantemente cuando notaba que había atravesado algún badén u obstáculo, por temor a haber atropellado a un niño pequeño con las ruedas de atrás. La carrera profesional de este enfermo se vio muy afectada, obviamente». ...te consideras un maníaco obsesivo? (Psi. Patricia B. Bustos)
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