Levedad - Roberto Mognier
Escuchamos tantas veces las historias de las/os pacientes que se enamoran de su analista que ya nos suena a cuento. No puede ser que pase, no puede ser que pase tanto. Si además al analista ni lo conoces, ¿quién se enamora de alguien que no conoce? Tendemos a pensar que es otra de esas leyendas urbanas .Nada menos cierto, aunque reconozco que en su momento yo también pensaba que era algo que le ocurría sólo a las aburridas y muy aburguesadas pacientes de Freud. Ellas tan bellas, indiferentes e histéricas y el tan reconocido, tan paternalista. Ahí lo tenes, la primer paciente de la historia del psicoanálisis (cierto que en sus comienzos, no como lo concebimos hoy), Anna O., se enamoró perdidamente de su analista. Está bien, no era Freud, era Breuer que trabajaba con él, pero la historia es jugosísima. Me estoy yendo por los historiales, volvamos.
El asunto es muy común pasa todo el tiempo y, arranquemos de una vez, está bien que suceda. Es normal, es esperable, se presenta en formas muy variadas, pero aparece siempre. Siempre que hablamos de un análisis de verdad.
La transferencia es condición sine qua non para el establecimiento de un tratamiento. La transferencia es el motor principal de la cura y al mismo tiempo su mayor obstáculo. Del buen arte del analista dependerá como sostiene esta tensión para hacerla funcional.
La transferencia ES amor.
Es así como se le presentifica al paciente. No hay otra manera de verla. Como a cada uno se le juega ese amor ya es otra cosa. Amor de transferencia no significa enamoramiento exclusivamente, no es sinónimo de amor erótico. Puede ser un sueño en el que aparece el analista y que sentimos ganas de contarle, por nimio que sea. Puede ser la sensación de que nos gustaría haber conocido a esa persona en otro contexto y ser amigos. Puede ser la sensación de agradecimiento que vas más allá de lo profesional. Puede ser la admiración y el deseo de ser elegido para integrar un grupo de trabajo (esto pasa mucho entre los análisis de los estudiantes de psicología), etc.
Lo cierto es que no hay posibilidad de análisis sin la previa entrada en transferencia. Aunque tengamos un paciente y un analista en la misma habitación, diván de por medio y todo, no hay análisis sin transferencia. Cuando la transferencia se presenta como amor erótico se apoya en la idea de que amamos a ese hombre/mujer por la manera extraordinaria en que nos conoce, nos comprende y nos escucha. Es una ficción como cualquier otra, claramente. Como dice Freud, nos parece que de esa relación podríamos obtenerlo todo. Es la persona perfecta, nadie nos va a comprender como él/ella. El único problema de este idilio es que él/ella no tiene ningún interés en nuestra persona. No de ese modo, por lo menos y a Freud gracias.
Hay otra combinaciones posibles: que el analista se enamore de la paciente (aunque acá las proporciones entre hombre y mujeres son más parejas), el sentimiento sea mutuo, etc. En todos los casos la indicación freudiana es la misma: no ceder. Ni al propio deseo ni al del paciente. Porque lo más importante para nosotros es el beneficio que el tratamiento tiene para ofrecer al paciente. Y aunque parece que corresponder al amor debería generar el mismo efecto, que la paciente se interesara por el tratamiento y estuviera más dispuesta que nunca a trabajar y colaborar, no es esto lo que sucede.
Sucede que la paciente rápidamente pierde el interés y no quiere saber nada más que de su amor. Claro que una mujer u hombre despechada/o, a la que el analista simplemente se ha negado, es aún peor. No entiende razones, reclama permanentemente que su sentimiento le sea correspondido, nada quiere saber del tratamiento hasta que se agota de esperar y abandona.
Cuando digo no ceder, no digo denegar y ya. No se trata de “gusto pero me privo”
Me contaron una anécdota muy graciosa de un analista muy joven, muy lindo él, al que se le enamoró una pacientita. Cuando ella se anima a confesarle su amor, él muy halagado, muy incómodo y teniendo presente que bajo ningún punto de vista debe acceder le contesta: “no, mira yo soy casado, vos SOS muy linda, pero yo no puedo…”pensando que de esta manera no heriría los sentimientos de la paciente y cumplía con las reglas. JAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!!!! Nada más alejado, eso es engancharse, eso es responder en el mismo plano, denegar una conquista de bar, no es un obrar analítico, no frena ese amor desencadenado sino que lo torna en un amor despechado. De más está decir que la paciente no volvió más. ¿Te estás preguntando cual fue exactamente su error? ¿Siempre te habías imaginado más o menos así la respuesta? ¿Te respondieron así a vos?
El problema es que esa respuesta incluye a dos sujetos, dos YO, que especularmente se relacionan. Nada de esto, el analista debe reconducir ese amor a su verdadero destinatario; o reconducir ese sentimiento al que oculta detrás y en todos los casos, transformar el amor de transferencia que se ha vuelto traba en motor. Este joven analista debió fijarse aquello de lo que la paciente venía hablando para tejer el hilo lógico que unía ambos temas, hacerla pensar por que le decía eso, por que en ese momento, etc., etc. Se trata de devolver su pregunta al paciente, siempre. En este caso, de reconducir su demanda.Así que no hay motivo para abandonar un tratamiento porque uno sienta que se enamoró de su analista. Si hay que hablarlo en análisis, darle cabida y ver a que nos conduce.
Por el lado del analista la responsabilidad es mayor. Allí donde el paciente tiene un derecho (el de enamorarse o enojarse, o sentir lo que quiera) el analista tiene un deber, una obligación. Y es capear el temporal de la transferencia. El analista no puede desentenderse por no ceder a la demanda. No puede expulsar al paciente sin más, como vemos a veces en las novelas “si te vas a comportar así, ya no SOS más mi paciente” ni ninguna otra ridiculez por el estilo. No puede huir, debe soportar la transferencia porque el es el origen de ella y es el responsable de ella. Es quien la genera y quien debe trabajar con ella, responder. Por un lado trabajando con el paciente sobre la verdad o no de ese sentimiento, y en el caso de haberse enamorado de un/a paciente debe trabajar este sentimiento en su propio análisis o en el espacio de supervisión porque si se enamoró el sujeto es que el no estaba haciendo de analista y si se enamoro el analista eso es fácil de encausar. Se tarta de contratransferencia, se trabaja y listo.
E l analista corre con ventaja, el debe estar advertido acerca de esto, debe esperarlo, reconocerlo y solucionarlo, son sus responsabilidades.
Esta es una visión bien freudiana del asunto, Lacan plantea la transferencia en términos de amor al SSS (sujeto supuesto al saber) que es imaginarse en la persona del analista a alguien que de antemano tiene las respuestas correctas para mí, sabe de mi padecimiento, sabe aquello que yo no sé porque ha estudiado y va a ayudarme.Esto es lógico que pase, sin esto no hay análisis posible. Uno de los mejores signos para iniciar un análisis con alguien con quien hemos tenido una entrevista, es irnos con la SENSACIÓN DE QUE PUEDE AYUDARNOS. Ese es el comienzo de la transferencia.
El Código Ético del Psicólogo establece que el profesional no debe entablar relaciones con su paciente que vayan más allá de los objetivos profesionales marcados desde el principio en su relación psicólogo-paciente ¿por qué? porque dentro de esa relación hay objetivos de apoyo y tratamiento muy bien marcados, que deben mantenerse así y respetarse, además de que se maneja información verdaderamente importante y delicada en la vida del paciente que lo vuelven vulnerable ante la relación. Además, de llevar una relación sentimental, de amistad o cualquier otra el compromiso terapéutico perdería toda objetividad.
Pero lo más importante, es que LA RELACIÓN PROFESIONAL NO PERSIGUE DICHO OBJETIVO, nosotros los psicólogos/as no tenemos por qué andar buscando una relación entre los pacientes que nos llegan. Cuando se llega a presentar el caso en el que se desarrolle una relación más allá de los límites profesionales, entonces el psicólogo ya no puede continuar con el tratamiento, sino que canaliza al paciente con otro profesional, de tal suerte que el tratamiento no se vea obstaculizado. (Psi. Patricia Bustos)
4 comentarios:
Bueno, bueno, cierto es que poe ética, no debe existir vinculación entre paciente y terapeuta, pero puede darse el caso, el amor no pide permiso, llega y se instala, quedaría entonces renunciar al paciente, pero nunca al amor...digo yo...o no?
Besitos, Patty
Y seria lo conveniente q no atienda mas a esta paciente si el psico ve q su amor es verdadero...despues si puede proponerle algo... y en el caso q la paciente no sea correspondida, lo mejor es derivarla, pero hay mucho de mito en esto...no ocurre normalmente...besos
hola, bueno pues no voy a ser muy profunda y ake tengo miedo ke llegue a entrar a esta pagina y lo lea
bueno hace cinco años que empece a tomar terapia, ésta duro cinco meses, pero cuando le dije ke estaba enamorada de ella, se porto muy grosera y me corrió sin ninguna explicación, solo diciéndome ke fura con otro psicólogo. yo aun no la puedo olvidar y no se si ella sintió algo por mi p si pueda sentir después de tiempo ya ke seguido nos encontramos por la calle y se ke no le soy indiferente, aunke ella lo trate de disimular..
a ella le gustan las mujeres, yo soy mujer, y no estoy diciendo k yo le guste solo porke sea homosexual pero ps me gustaría saber porke me trato asi, aunke se note ke no le sea indiferente ella no permite ke me acerke a ella y mantiene su distancia conmigo
como ya te dije no kiero dar demasiados detalles porke temo ke ella llegue a entrar, estoy algo paranoica,
no se si puedas darme alguna dirección de correo para contarte todo, si no no importa,solo te expongo esa duda ke siempre e tenido respecto a la actitud de ella. y me refiero a ti porke tu eres psicoanalista igual ke ella y me gustaría saber tu punto de vista
Te dejo mi correo aqui para poder escribirnos con mas fluidez patricia_bbustos@hotmail.com
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