Todo comenzó cuando inadvertidamente el destino asintió indulgente a que cruzáramos nuestro atisbo. A partir de ese momento mi vida cambió radicalmente, porque fue suficiente aquella mirada, para que se produjese en mí aquel extraño fenómeno que genera taquicardia en el corazón y gradualmente me arrastrase en torbellinos por los misterios infinitos de la naturaleza.
No sé decir cuántas veces ya debíamos haber cruzado las miradas entre los dos, sin al menos advertirnos, pero lo cierto es que un determinado momento me hablo y llamó mi atención. Extraño, pensé
Es así como yo lo conocí, y como a partir de ese instante principié una búsqueda incesante que me posibilitase cautivar cada vez más la curiosidad de su mirada y de sus palabras, aunque hasta ese entonces, ellas fueran vagas y genéricas, dirigidas para todos aquellos que se acostumbraron a rodear su beldad angelical.
Poco después su imagen comenzó a ser constante en mí mente, hechizada que me sentía por aquel par de ojos fascinantes de un color que sólo se ve en los otoños. Mis ojos desquiciados únicamente reparaban en el, aquella piel rosea natural de una suavidad afable, sin ninguna sombra, marca, pinta o señal, que me hacían imaginar su gracia y figurarla siendo un biscuit con vida y movimiento. Su sonrisa se abría discreta en sus labios, para revelar entusiasmados un gesto de eterna jovialidad, que partía con felicidad desde una boca ligeramente entreabierta, posibilitando imaginarme que dejaban al descubierto una sensualidad irresistible.
Para evitar un mal final, pasé a nutrirme con paulatinas dosis de paciencia que fuesen capaces de contener mí desahuciada expectativa. Demás está decir, que no lo logré. Fue ella la que me permitió ver que el mundo en que vivía, no era un mundo real, que afuera de mi ventana había algo mejor, y fue como si de repente el sol entrase en un cuarto húmedo que estaba cerrado desde hacía mucho tiempo. Fue una percepción excitable que me sacudió de mi inercia y mi apatía, para querer comenzar a luchar por no morirme sin tener la oportunidad de poder comprender su alma.
Basta decir que esa dulce sensación que últimamente se despertó en mi, pasó a ser una mezcla de impresiones y conmociones, que van al mismo tiempo desde la alegría al dolor, de la tristeza al placer, de la ansiedad a la decepción, de la indiferencia al sufrimiento, del sentimiento de conquista, a la impresión de pérdida, que genera un estado de permanente aflicción que llegó al punto de hacer que me mantenga alerta a su posible presencia a cualquier hora del día, mientras percibo que avanza y se va expandiendo en mis horizontes, creciendo alocadamente dentro de mí, una secreta pasión por el.
Si eso despertaba Miguel en mi, pero tras morir su esposa, que había pasado sus últimos 5 años postrada en cama a causa de una parálisis, él pudo reanudar una vida normal. Volvió a llenar su casa de plantas y flores que tanto le gustan y todos los días, cuando amanece, sale al patio para bailar hip hop junto con otras personas de su edad; por la noche, se entretiene mirando recetas vegetarianas. Sin embargo, a los pocos años de esta vida de viudo comenzó a sentirse solo. La grata memoria de la ternura y las alegrías vividas junto con su esposa fue reemplazando al doloroso recuerdo de su larga enfermedad. A pesar de todo, no tiene intención de volver a casarse.
Pero mi buena amiga Andrea, siempre andaba buscándome novio, ella quería verme feliz con una familia.
Una tarde viene a casa para contarme, que su amigo Migue, como lo llamaban todos, había regresado a Rosario, después de varios años en el exterior. El se encontraba mas tranquilo por su regreso con sus hijos a la ciudad ya que aquí se encontraba su familia. Pero agobiado por la falta de trabajo, debía retomar su profesión de ingeniero. Andrea es de las personas que une a la gente haciendo reuniones muy cálidas, y ya tenia una armada para que yo conociera al famoso Miguel. (Psi. Patricia B. Bustos)
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