Mucho se ha hablado acerca de este tema y la sospecha es fuerte, ya que conocemos de casos en que ha sido irresistible la atracción entre dos personas que se acaban de conocer y que a partir del primer contacto no se separaron nunca más. Fue el famoso flechazo, fue el encontronazo y decimos «nacieron el uno para el otro»; pero la verdad es que ha sido tan discutido y tan llamativo esto de la química en el amor que ha habido estudios científicos, serios, que han comprobado que sí existe.
Las sustancias que determinan la atracción entre los seres humanos son como las brujas, no se ven, pero que las hay, las hay. Se ha descubierto la existencia de unas sustancias llamadas feromonas, que son compuestos químicos y están presentes en los animales y en los humanos; también, pero que no se captan para efectos de excitación sexual inmediata afectiva, como sucede en los animales.
Para muchos la química amorosa es una atracción mutua, intensa, irracional, sin tiempo ni espacio, es una desconexión del medio circundante con una energía y fortaleza que la caracteriza de una manera especial.
Sin duda se sabe que existen efluvios dérmicos, visuales, auditivos y olfatorios, que unas personas emiten y otras captan y llegan en una misma onda de fuertísima atracción por determinadas personas.
En la historia nos encontramos con personajes famosos que se enamoran a primera vista y en nuestro medio también, lo que nosotros llamamos «clic» ¿no le ha pasado a usted? muchos dirán que sí, yo lo sé. Lo cierto de esto es que la atracción unida a grandes dosis de afinidad y afecto son lo condimentos necesarios para el amor.
Al hablar de capricho, la mayoría de las personas lo entienden como un sentimiento amoroso pasajero, pero muy intenso. La mayoría de las personas que lo viven tienen la sensación de no poder vivir sin el otro, sin su presencia, sin la posibilidad de palabra. El encaprichado no entiende de razones, su pasión no es necesariamente carnal, excede la lógica y no existe ninguna base real que sustente lo que se siente.
Una característica del capricho es el deseo grandísimo de la presencia del otro(a). La fantasía y la imaginación perfeccionan lo que la realidad no da. La manera particular de cada uno, de hacer o expresar una situación, resultan halagadoras, y son motivo de orgullo.
Es como si se tuviera la sensación de gozar a alguien que nadie tiene. De aquí la expresión de que siempre existe el otro ser como lo más maravilloso del mundo, independiente de que la objetividad los haya más bonitos, inteligentes, galanes, talentosos (as), etc. esto hace la química del amor. (Psi. Patricia B. Bustos)
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