Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda, de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y te reías. Estabamos tan próximos que no podíamos vernos, ambos absortos en ese rito urgente, envueltos en el calor y el olor que hacíamos juntos. Me abría paso por tus caminos, mis manos en tu cintura encabritada y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tus piernas invencibles, me decías mil veces ven con los labios sobre los míos. En el instante final teníamos un atisbo de completa soledad, cada uno perdido en su quemante abismo, pero pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego para descubrirnos abrazados en el desorden de los almohadones, bajo el mosquitero blanco. Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos. A veces te sentabas a mi lado, con las piernas recogidas y tu chal de seda sobre un hombro, en el silencio de la noche que apenas comenzaba. Así te recuerdo, en calma.
Datos personales
- escuchando palabras
- Patricia B. Bustos Psicoanalista /Coordinadora de grupos terapeúticos/ Prof. Enseñanza Común y diferencial / Mediadora Judicial / Voluntaria y Socia Activa de Mèdicos del Mundo
domingo, 3 de marzo de 2013
Cuentos de Eva Luna / Isabel Allende
Te quitabas la faja de la cintura, te arrancabas las sandalias, tirabas a un rincón tu amplia falda, de algodón, me parece, y te soltabas el nudo que te retenía el pelo en una cola. Tenías la piel erizada y te reías. Estabamos tan próximos que no podíamos vernos, ambos absortos en ese rito urgente, envueltos en el calor y el olor que hacíamos juntos. Me abría paso por tus caminos, mis manos en tu cintura encabritada y las tuyas impacientes. Te deslizabas, me recorrías, me trepabas, me envolvías con tus piernas invencibles, me decías mil veces ven con los labios sobre los míos. En el instante final teníamos un atisbo de completa soledad, cada uno perdido en su quemante abismo, pero pronto resucitábamos desde el otro lado del fuego para descubrirnos abrazados en el desorden de los almohadones, bajo el mosquitero blanco. Yo te apartaba el cabello para mirarte a los ojos. A veces te sentabas a mi lado, con las piernas recogidas y tu chal de seda sobre un hombro, en el silencio de la noche que apenas comenzaba. Así te recuerdo, en calma.
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18 comentarios:
buena la entrada^^
Un texto muy expresivo y apasionad de Isabel Allende...Muy ameno y genuino.
Mi gratitud y mi abrazo.
M.Jesús
Un buen texto para el domingo, o el lunes, o el jueves. Vale para todos los momentos. Un abrazo
ME HA GUSTADO ESTA ENTRADA.BSSSSS
Muy buena entrada,
Un saludo y feliz semana.
Hola, a mi me ha gustado mucho este escrito, los cuentos de Eva luna me encanto, lo mismo que casi todas las novelas de Isabel Allende.
Cada día leemos cosas más bonitas, esta ha sido lo mejor de este día. Un abrazo.
Todito de Allende me he leido yo.
Mi nombre viene de este libro...
Besos
Después de tanta pasión ¡qué calma tan deliciosa!.
Besos.
Allende es grata leerla, beso Aiona
ella es como la describes, Maje...
real Ester un texto para toda la semana, beso
gracias inma, besos
Buen comienzo de semana para vos Moon
gracias Lola!
que bueno Inma_Luna
un bello recuerdo, feliz comienzo de semana andrè
No hay nada tan hermoso como amarse!!!
besos
te lo puedo asegurar pluvisca, beso
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