En la adolescencia el sueño se cuela en todos los órdenes de la vida. De ahí que proponemos pensarlo ante todo como un estado anímico propio del posicionamiento adolescente. La cotidianeidad da cuenta de las infinitas maneras con las que expresan esta sensación de no tener resto: "estoy muerto", "no doy más", "no tengo ni media pila". Con frecuencia los adolescentes circulan en un estado de relativa desconexión dentro de la vigilia misma: "me tildé", "me colgué" alude a un estado de funcionamiento suspendido (como ocurre con la computadora cuando se "cuelga").
En nuestra cultura urbana, la noche es patrimonio de los adolescentes. Ellos son sus dueños, sus protagonistas. Disponen de ella y la gobiernan, la viven, la disfrutan, la desbordan. La sensorialidad en la adolescencia busca ruidos potentes, colores fuertes, sabores, olores y estímulos en megadosis. Y para esa búsqueda la noche es el escenario ideal. La hacen durar, la extienden con "la previa" (tiempo de alcohol antes) y el "after hour" (tiempo post, al que se llega ayudado por los energizantes de turno).
Los adolescentes encuentran en la noche el refugio en el que callan las presiones, las demandas, las críticas de la mirada adulta y los compromisos diurnos. Un respiro en el que sienten estar "a salvo" del mundo adulto. La "movida" de la noche se convierte en el escenario donde ponen a prueba conquistas, extravíos, impulsos.
Los adolescentes habitan la noche no solamente a través del desenfreno y la desmesura. Las noches de la semana se arman básicamente en torno a la conexión virtual. Chat, Facebook, fotologs y otras nuevas variantes generan espacios de encuentro en los que pasan horas. Retraídos en sus reductos, se conectan y navegan hasta la madrugada. En las noches del fin de semana, la fisonomía de los encuentros suele ser otra. Allí la virtualidad se
La cartografía del sueño adolescente es sensiblemente distinta a aquella de la infancia. En la niñez, la mayor de las dificultades gira en torno al dormirse. La llegada a la adolescencia se anuncia, entre otras cosas, por las dificultades en torno al despertarse. Poner en marcha un nuevo día, salir del sopor del sueño profundo, amanecer al acoso de las exigencias cotidianas es un "trabajo". El despertar es leitmotiv de muchas discusiones y peleas entre padres e hijos. Hay pulseadas y tironeos en torno a horarios, responsabilidades.
Defienden y usan su habitación como un reducto propio en el cual refugiarse. Piden respeto por su privacidad, aunque generan a menudo con sus actos comportamientos opuestos: luces sin apagar, restos de comida, velas encendidas en su ausencia.
El lenguaje de los sueños atrae especialmente a los adolescentes, quizás porque en la producción de un sueño hay una sintaxis parecida al lenguaje del videoclip. Cuanto más desfigurado el sueño, más creativo. Por momentos, parece no haber distancia entre ser director de arte y autor de sueños. (Psi. Patricia B. Bustos)
2 comentarios:
Que buena tu nota, en especial para los que trabajamos con adolescentes. No es facil "conectarse" con ellos, pero son criaturas maravillosas, creativas, sensibles y muy puras. Es bueno buscar alternativas para llegar a ellos y acompañarlos en su duro camino de ser adultos. Un beso
hola pablo...esto de poder transitar con los adolescentes el camino hacia la adultes es un compromiso afectivo muy importante, me alegro q estes tan cercas de ellos y colabores en este devir, besitos
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