Datos personales
- escuchando palabras
- Patricia B. Bustos Psicoanalista /Coordinadora de grupos terapeúticos/ Prof. Enseñanza Común y diferencial / Mediadora Judicial / Voluntaria y Socia Activa de Mèdicos del Mundo
miércoles, 24 de marzo de 2010
Carta Abierta de Rodolfo Wlash a la Junta Militar
martes, 16 de marzo de 2010
Abuelos
El encuentro de los abuelos con sus nietos es siempre muy enriquecedor para ambos. A muchos niños les encantan estar con ellos por diferentes y variadas razones. Algunos porque al lado de los abuelos no existen tantas órdenes ni obligaciones. Otros porque pueden hacen cosas distintas, como preparar tareas juntos, comer dulces y helados, escuchar cuentos, dar paseos, ir al parque, realizar una infinidad de actividades que hacen que ellos se sientan más libres. Los abuelos están en casi todos los cuentos de la literatura universal dedicados a los niños. Los abuelos han contribuido con su trabajo y su experiencia a que las generaciones actuales disfruten del caudal de lo que ellos han aportado a la sociedad en que vivimos. Si bien muchos padres dicen que los abuelos malcrían y algunas veces no están equivocados, lo cierto es que el papel de los abuelos es único e irrepetible. Por todo ello hay que educar a los niños a que respeten, atiendan, cuiden y tengan en cuenta el valor de los abuelos como un gran tesoro familiar. Son los abuelos en la mayoría de los casos, los adultos capaces de resolver los conflictos que surgen en las familias, porque son quienes dan más afecto, comprensión y cariño y dedican a los nietos más horas. Los niños valoran mucho la atención que se les presta y en eso los abuelos no tienen rivales, porque además están con ellos en el llanto y en las alegrías. El poeta argentino Tomás Allende, quiere “ recoger una estrella para alumbrar el cuarto de la abuela, porque ella le enseñó a mirar al cielo" (Psi. Patricia B. Bustos) .
Celotipia
lunes, 8 de marzo de 2010
municipalidad de Rosario
jueves, 4 de marzo de 2010
Intrucciones para Besar / Un Relato
El Sueño del Adolescente
En la adolescencia el sueño se cuela en todos los órdenes de la vida. De ahí que proponemos pensarlo ante todo como un estado anímico propio del posicionamiento adolescente. La cotidianeidad da cuenta de las infinitas maneras con las que expresan esta sensación de no tener resto: "estoy muerto", "no doy más", "no tengo ni media pila". Con frecuencia los adolescentes circulan en un estado de relativa desconexión dentro de la vigilia misma: "me tildé", "me colgué" alude a un estado de funcionamiento suspendido (como ocurre con la computadora cuando se "cuelga").
En nuestra cultura urbana, la noche es patrimonio de los adolescentes. Ellos son sus dueños, sus protagonistas. Disponen de ella y la gobiernan, la viven, la disfrutan, la desbordan. La sensorialidad en la adolescencia busca ruidos potentes, colores fuertes, sabores, olores y estímulos en megadosis. Y para esa búsqueda la noche es el escenario ideal. La hacen durar, la extienden con "la previa" (tiempo de alcohol antes) y el "after hour" (tiempo post, al que se llega ayudado por los energizantes de turno).
Los adolescentes encuentran en la noche el refugio en el que callan las presiones, las demandas, las críticas de la mirada adulta y los compromisos diurnos. Un respiro en el que sienten estar "a salvo" del mundo adulto. La "movida" de la noche se convierte en el escenario donde ponen a prueba conquistas, extravíos, impulsos.
Los adolescentes habitan la noche no solamente a través del desenfreno y la desmesura. Las noches de la semana se arman básicamente en torno a la conexión virtual. Chat, Facebook, fotologs y otras nuevas variantes generan espacios de encuentro en los que pasan horas. Retraídos en sus reductos, se conectan y navegan hasta la madrugada. En las noches del fin de semana, la fisonomía de los encuentros suele ser otra. Allí la virtualidad se
La cartografía del sueño adolescente es sensiblemente distinta a aquella de la infancia. En la niñez, la mayor de las dificultades gira en torno al dormirse. La llegada a la adolescencia se anuncia, entre otras cosas, por las dificultades en torno al despertarse. Poner en marcha un nuevo día, salir del sopor del sueño profundo, amanecer al acoso de las exigencias cotidianas es un "trabajo". El despertar es leitmotiv de muchas discusiones y peleas entre padres e hijos. Hay pulseadas y tironeos en torno a horarios, responsabilidades.
Defienden y usan su habitación como un reducto propio en el cual refugiarse. Piden respeto por su privacidad, aunque generan a menudo con sus actos comportamientos opuestos: luces sin apagar, restos de comida, velas encendidas en su ausencia.
El lenguaje de los sueños atrae especialmente a los adolescentes, quizás porque en la producción de un sueño hay una sintaxis parecida al lenguaje del videoclip. Cuanto más desfigurado el sueño, más creativo. Por momentos, parece no haber distancia entre ser director de arte y autor de sueños. (Psi. Patricia B. Bustos)